Cómo controlar la ansiedad ante los desafíos de mis hijos

Son las 8 de la tarde y la casa está llena de gritos, algarabía, luces encendidas…. La sensación de “no llego…” se empieza a manifestar como todos los días a estas horas.

De tu garganta salen despedidas en un tono cada vez más alto frases rutinarias ¿habéis terminado los deberes? ¿quién ha dejado la bici en medio del pasillo? ¿Cuántas veces tengo que repetirte que recojas tus juguetes? ¿Te quieres poner el pijama de una vez, por favor!? A cenaaaaarrrr!!!!! (esta la repites como cinco veces antes de que alguien te haga caso)

Mientras tanto, tus manos se mueven a la velocidad de la luz y parece que tengas cinco brazos repartidos en tres tareas al mismo tiempo y haces equilibrios en el aire entre diferentes objetos: recorres la casa mientras la cazuela hace chup-chup en el fuego recogiendo ropa, juguetes, apagando luces…

Si pudieras detenerte un momento, sentirías cómo el ritmo de tu corazón se está acelerando, te inunda una sensación de tensión muscular y calor por todo el cuerpo…. ¿Y tu cabeza? No para: “todos los días igual”, “me muero por sentarme ya”, “¿es que no se cansan nunca de oírme decir lo mismo?” “¿Cuándo aprenderán?”…. Enfado, tristeza, preocupación, angustia…

La ansiedad puede ser fruto del estrés cotidiano. Si una situación se repite una y otra vez de la misma forma, es probable que se traduzca en algún tipo de patología o enfermedad como tensión arterial elevada, agotamiento físico y psíquico, trastornos cardiovasculares, insomnio, enfermedades autoinmunes, depresión…

La ansiedad provocada por los conflictos cotidianos es algo habitual

En mi trabajo como orientadora familiar, llevo más de 20 años escuchando a cientos de madres y algunos padres contarme cómo experimentan los desafíos de la educación y la crianza a nivel físico, mental y emocional.

Las historias se repiten en muchas ocasiones. Hay personas que estos desafíos los toman como un reto a superar, como un estímulo para crecer como personas, y esto les ayuda a sostener el estrés de los momentos más difíciles.

A otras personas, les cuesta más. Desafíos como las rabietas de los más peques de la casa, el orden o desorden doméstico, las comidas, los deberes, el uso de las nuevas tecnologías (cada vez con menos edad), las interminables discusiones acerca de a qué hora pueden llegar a casa a partir de cierta edad, su aspecto físico, el uso del tiempo libre, las aficiones…. (la lista parece interminable), son fuentes constantes de frustración, cansancio, desasosiego, discusiones de pareja… La bola parece hacerse grande, muy grande en algunas ocasiones.

Los síntomas físicos, emocionales y psicológicos producidos por el estrés y la ansiedad los conocemos todas las personas. Aunque este artículo está dedicado a la ansiedad producida por los desafíos de los hijos e hijas, a cualquier persona que le preguntemos nos dirá que se parecen.

En el cuerpo: dolores musculares, palpitaciones, sudoración…

En la mente: emociones como desasosiego, tristeza, miedo, pánico, ira, angustia, desazón, desmotivación…y pensamientos como “Esto puede conmigo”, “soy incapaz”, “me siento como una inútil”, “no sé hacerlo mejor”…

La Atención Plena nos ayuda a reducir la ansiedad

La Atención Plena o Mindfulness es prestar atención a lo que está sucediendo en cada momento sin que nuestros pensamientos perturben la experiencia.

La práctica diaria a través de diferentes ejercicios, previene y reduce considerablemente la ansiedad. Puedes hacerlo a través de talleres de Reducción del Estrés Basados en la Atención Plena (REBAP), en los que semana a semana se van explorando diferentes formas de autoconocimiento: conocer cómo desbloquear nuestro cuerpo de las tensiones diarias, cómo reconocer las emociones difíciles para frenarlas y cómo reconocer los pensamientos en el origen de todo ello. Es un camino que cada persona recorre día a día y que da frutos en pocas semanas.

Si no tienes tiempo de sumergirte en un taller de ocho semanas, puedes ir probando otras modalidades más breves y observar en poco tiempo los resultados a todos los niveles: físico, emocional y mental. Si después de comprobar que “algo cambia” quieres que este cambio crezca y se mantenga, entonces podrás sumergirte en esta maravillosa práctica un poco más.

Recuerda: todos los seres humanos experimentamos de alguna forma y en algún momento los efectos del estrés y de la ansiedad. Nos comprendemos los unos a los otros cuando compartimos este tipo de experiencias. Tienen solución. Sólo se necesita querer cambiarlo y ponerse en marcha.